Y como era de esperar las traducciones literales no se han hecho esperar.
Eses es el cartel que nos encontramos en la habitación del hotel Pasha de Amman, un hotel que está siendo como un pequeño patio de vecinos bien avenidos, de muy distintos tipos y que estamos conociendo en estos días.
Situado con vistas al anfiteatro de la antigua Philadelphia, por suerte hemos podido optar a una habitación con vistas, el lugar no es como para tener tres estrellas, pero el buen ambiente que se respira bien las merece.
Cuando llegamos al aeropuerto de Amman nos recogió un trabajador del hotel con unos rasgos muy peculiares, ojos separados y nariz aguileña, de caracter muy fuerte a la vez que amistoso, había recogido también a Roy, un viajero de Singapour que lleva años viviendo en Londres. Nos llevó a los tres en el coche hasta el hotel y pronto vimos lo peculiar del tráfico en Jordania, adelantamientos por la izquierda y derecha indiferentemente, el uso de la autovía para aparcar sin gran motivo, la presencia de controles de la policía con y sin radar cada pocos metros, y el estado catastrófico de algunos coches. Para ejemplo uno de ellos llevaba arrastrando el tubo de escape que producía chispas con el rozamiento, nuestro conductor lo avisó y paró para avisarle pero no era necesario porque ya lo sabían.
Esa misma noche estuvimos viendo las opciones que ofrecía el hotel de visitas organizadas y planeamos con Roy compartir los gastos en aquellas en las que coincidiesen intereses y tiempos ya que él disponía de 7 días y nosotros 10. Mientras lo hablábamos paseamos por los alrededores del hotel buscando un restaurante para cenar tranquilamente, tarea difícil, sólo veíamos abiertas tiendas de ropa y antigüedades, pero por suerte vimos uno algo escondido en el que al entrar tenía todos los signos de haber cerrado, con todas las bandejas limpias, aún así no pusieron ninguna pega en prepararnos cualquier cosa de la carta, cenamos los tres estupendamente, la comida tenía unos sabores verdaderamente deliciosos, la sorpresa fue al pagar la cuenta, el precio por la cantidad de comida que nos prepararon era más de la mitad de lo que nos pudiésemos imaginar. Nos fuimos contentos y con la tripa inflada para el hotel.
1 comentario:
Y otro:
LOS PAPELES A LA PAPELERA
AUNQUE SUFRAS CAGALERA
Juásss!...
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